Desde niña me ha fascinado pintar y escribir. Siempre me ha gustado inventar historias, sumergiéndome entre las letras, volcando todos los sentimientos y emociones que llenan mi alma.
Cuando dibujo o pinto es como si intentara narrar algo. Cada cuadro es para mí una pequeña historia, la forma de retener en una escena todo un sin fín de acontecimientos, narrados a través de mezclas de colores.
Muchas de las historias que acompañan a mis pinturas son inventadas, los sentimientos que reflejo en ellos son totalmente autenticos. Todas son fruto de un impulso que un día, en un instante mágico, sintió mi alma.
Compartir tanto unas como otros es un placer que me llena de gozo.

lunes, 30 de abril de 2012

EL LLANTO DE LA MADRE TIERRA II








Era una calurosa tarde de verano y una amiga me había llamado para preguntarme si me apetecía dar un paseo por el campo. Iríamos al lago y nos podríamos dar un baño. No tenía nada mejor que hacer así que acepté y me recogió en el coche junto con otros dos amigas. Para acceder al lugar donde siempre nos bañábamos había que hacerlo andando, así que aparcamos a un lado de la carretera , cogimos las mochilas y nos dispusimos a dar un largo paseo bajo el sol brillante. Ese lugar siempre ha sido maravilloso, un camino campo a través, entre pinos , romero, hinojos y esparragueras pero ese día el terreno estaba más seco que de costumbre. Cierto que aquel verano era más seco que otros atrás. Apenas había llovido durante el invierno y la primavera ya había sido bastante seca. Íbamos sudando , saboreando el refrescante chapuzón que pensábamos darnos y charlando sobre el cambio climático, sobre los efectos sobre la naturaleza tienen que los actos de los hombres, sobre el dolor que le causamos a la madre tierra y nos la imaginábamos llorando a causa de ese dolor, cuando llegamos al borde del lago y nos quedamos con la boca abierta al ver que su orilla había bajado tanto que era imposible bañarse en él ya que habríamos tenido que saltar y después hubiera sido imposible subir de nuevo. Nuestro desencanto fue tremendo. ¿Adiós baño!. El efecto de la sequía era mayor de lo que pensábamos. Ahora sí que veíamos a la madre tierra triste, dolorida, con su carne, la tierra, desgarrada y seca.


Dimos media vuelta y volvimos al coche. Con la charla no nos dimos cuenta de que el cielo se había cubierto de nubes hasta que comenzaron a caer unas gruesas gotas de lluvia, calientes pero oportunas. A fin de cuentas íbamos a refrescarnos aunque no fuese como habíamos planeado.

En el camino de vuelta, ensimismada, o quizás medio dormida, no puede evitar de tener una visión. Era la madre tierra, una mujer hermosa y exuberante, llorando al ver su cuerpo seco y herido, sus lágrimas salían de sus hermosos ojos, unos mares inmensos, resbalaban por sus mejillas y se deslizaban formando en los huecos de su cuerpo pequeños oasis que devolvían la fertilidad a su piel. Así su llanto no era en vano. Tranquila al fin me quedé dormida mirando las lágrimas de la madre tierra golpeando los cristales.



jdiana

1 comentario:

CHARO dijo...

Un día estupendo el que pasaste con las amigas que aunque no acabara cómo lo planeasteis no hay mal que por bien no venga y el bien ha sido este precioso "retrato" de la tierra, lo encuentro precioso y muy original, tu inspiración es magnífica.Besotes